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miércoles, 16 de marzo de 2016

LA INIQUIDAD DE LAS SOMBRAS (26) por Daniel Barragán

Resumen de lo publicado: Luego de acontecido el desastroso incidente de la expedición cronal 9, los viajes en el tiempo son cancelados debido a la peligrosidad implícita en los mismos. El único sobreviviente, que se siente perseguido por oscuras sombras y recuerdos olvidados, decide investigar las causas que lo han llevado a ese espantoso predicamento. Mientras esto sucede, extrañas anomalías se enseñorean sobre el planeta Tierra causando caos y temor entre sus habitantes. Las claras señales de un inminente apocalipsis comienzan a hacerse presentes.


TERCERA PARTE
CAPITULO XIX
VIAJE HACIA LA DESESPERANZA

Estaba preparando mi mochila, con unas pocas mudas de ropa y mi computadora, cuando sentí un suave golpe en la puerta de la habitación. Supe de inmediato que se trataba de Ulric, quien venía a despedirse. Su esposa había hecho lo mismo la noche anterior, preparándome uno de mis platos favoritos, y era muy probable estaría en su cuarto llorando por mi inminente partida.

Sentí que una profunda tristeza comenzaba a embargar todo mi ser.

-Mi estratojet privado te va a llevar al lugar que vos quieras, sin hacer preguntas de ningún tipo- Me dijo, mientras esbozaba una afable sonrisa- Las ventajas de un académico tan “renombrado” como yo trae aparejado ciertos... digamos, privilegios.

-No sabés cuanto agradezco por todo lo que hicieron por mí, tu mujer y vos- Murmuré con un hilo de voz. Apenas si podía tragar, tal era el nudo en mi garganta- Yo... yo siento mucho lo que pasó.

El rostro de Ulric se ensombreció y sus ojos adquirieron un brillo furioso, muy poco común en él.

-¡Nada me molestaría más el que creas que todo lo que está sucediendo sea culpa tuya!

-Pero...

-¡Pero nada!... pocos meses antes de la catástrofe de la Juan Salvo, Kheila y yo habíamos hecho un pequeño viaje turístico al pasado ¡Teníamos unas ganas enormes por ver a los dinosaurios! No me sentí tranquilo durante todo el viaje... era como si mi subconsciente me hubiera estado avisando que las cosas no estaban yendo bien.

-Pero… ¿Por qué yo no estoy tan afectado por esa enfermedad de mierda como el resto de la gente? ¿Estas seguro que yo no sea quien haya comenzado el contagio?

-Es muy probable que al perder el conocimiento no hayas estado tan expuesto al mal, como lo estuvieron el resto de tus compañeros... ¿Acaso no te acordás que tu amigo Arthus te habló sobre unos colores extraños, cuando reingresaron al tiempo normal?- El rostro de Ulric había enrojecido por el enojo- ¡Esto va mucho más allá de lo que pasó en ese poblado! ¡Vos fuiste un simple peón en toda esta intrincada trama! ¡Así que cortala con esa historia de las culpas!

No pude evitar sonreírme ante el exabrupto del buen profesor. Sin pensarlo, abracé con fuerza a quien había sido casi un padre en los últimos meses. Sabía bien que sería muy difícil que se produjera un reencuentro en algún futuro más o menos cercano. Terrible destino de la gente por la cual tenía gran afecto. Arthus. Sarkis. Ulric y su mujer. 

Annah. Mi querida Annah.

-¿Qué vas a hacer después de que me vaya?-Pregunté, una vez soslayado el emotivo momento.

-No voy a permanecer mucho tiempo en Zurich. Las cosas ya están empezando a ponerse feas por acá. No sé si Kheila se encuentra enferma ni me importa averiguarlo. Si el gobierno llega a saber sobre mi condición, es probable que me aísle para realizar todo tipo de estudios sin sentido. No tengo el menor interés en pasar mis últimos días tras la puerta de polimetal de algún hospital olvidado. Tengo una pequeña casa en las afueras de la villa de Burgëntz, al pie de los Alpes. Está provista de la suficiente comida y combustible como para resistir un año, sin necesidad de tener contacto con la civilización... o lo que quede de ella.

-Me alegro por vos que tenés un buen lugar y una buena compañía antes del fin... yo todavía debo continuar con mi búsqueda- Me toqué la frente- Yo sé que la verdad está escondida acá adentro.

-Ese es tu destino, querido amigo, continuar con la búsqueda de la verdad- Me respondió, mientras tomaba mi mochila y se dirigía hacia el exterior- Como dijo un poeta del siglo pasado… “La verdad no es triste, lo que no tiene es remedio”.

-Espero que sea así... aunque dudo que esta verdad traiga buenas noticias para todos nosotros.

El estratojet, un modelo Viper doble turbina de última generación, esperaba en la pequeña pista con los motores encendidos. Mientras me dirigía hacia el mismo, eché una mirada hacia el horizonte, en donde se perfilaba la ciudad de Zurich. Unas gruesas columnas de humo brotaban de la misma, producto quizá de algún atentado o una catástrofe sin explicación alguna.

-Creo que sería mejor que te vayas lo antes posible al refugio del cual me hablaste- Dije- Me parece que en cualquier momento las cosas se van a poner muy feas por acá.

-La civilización, tal cual la conocemos, está cayendo en pedazos- Le escuché decir a Ulric, entre el fragor de las turbinas- Solo espero que tu búsqueda pueda poner fin a todo esto...

El jet se elevó verticalmente hasta llegar a los 12.000 metros de altura, para luego alejarse a gran velocidad de un lugar que ya se había transformado en parte de mi pasado.

-“La vida es como un eterno viaje en el tiempo –Medité- Un viaje que indefectiblemente nos lleva hacia el final de nuestras existencias como seres pensantes. Seamos buenos o malos. Inteligentes o tontos. Generosos o mezquinos. El camino sigue siendo el mismo.”

-Disculpe señor- Las palabras del piloto interrumpieron mis tristes pensamientos- Tal como le habrá dicho el profesor, estoy a su entera disposición... –Sonrió a modo de excusa- pero realmente me gustaría saber cuál es nuestro destino.

Le devolví la amable sonrisa lo mejor que pude:-

-Por el momento no estoy muy seguro del punto exacto... tengo que revisar algunos de los informes que me pasó su jefe, pero por lo pronto puede establecer rumbo hacia la Unión Suramericana... ¿Conoce el área geográfica conocida como La Patagonia?

-Fui piloto de combate en el comando aéreo del Gobierno Central y estuve comisionado en el aeropuerto militar de Viedma por cinco años... conozco el lugar como la palma de mi mano.

-Me alegro mucho que sea así, ya que probablemente tengamos que aterrizar fuera de los aeropuertos convencionales...

-¿Usted cree que se podrán arreglar las cosas?- Preguntó súbitamente el piloto- Para mí las ciencias actuales me son indiferentes... prefiero volar... pero tengo familia y me preocupa el futuro que se nos está viniendo encima. También sé que la culpa de todas las cosas raras que vienen sucediendo la tuvieron los viajes en el tiempo y las manipulaciones que siempre están haciendo los que están arriba. Los militares y los políticos saben mucho más de lo que nos están contando.

-¿Cuál es tu nombre?

-Vicker Günstag- Contestó- Mis amigos me llaman Vic.

-Vic... si bien no te interesan las ciencias, sos más perspicaz que muchos de los que se autonombran sabios. Quizá las ansias por saberlo todo sea el peor de nuestros pecados. Eso y el orgullo de creernos los reyes de la creación- Suspiré largamente, como si hubiera estado conteniendo esos siniestros sentimientos durante largo tiempo- No te voy a mentir, porque es evidente que las cosas no están para nada bien... ni por asomo. Por eso debo dirigirme lo más pronto posible al sur de América... quizá el poder descubrir la verdad que se esconde allí sea la única salvación para nuestro mundo.

-Voy a romper el record de velocidad de vuelo, si es posible- Me contestó, contento por mi sincera respuesta- Y con respecto al lugar de aterrizaje, solo basta que usted me diga las coordenadas y delo por hecho.

Nuevamente a solas, volví a dirigir mi atención al pad multifunción, que me entregara Ulric antes de mi partida. En el mismo se hallaba toda la información sobre el posible paradero del olvidado pueblo de San Blas.

Las ochos horas que tardó el viaje fueron pasando con agotadora y tensa lentitud.


CONTINUA...

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